Biografía Curricular

martes, 7 de mayo de 2013

Enfadarse aumenta la productividad

 


       Es frecuente que las relaciones con las personas de nuestro entorno laboral nos generen malestar en algún momento de nuestro día a día, pues en muchas ocasiones pasamos más horas con nuestros compañeros de trabajo que con nuestra propia familia y encima a estas personas no las elegimos nosotros sino que nos son impuestas por la empresa.
     Convivir, aunque sea con personas afines a nosotros con las que en principio podemos llevamos bien, lleva implícitos inevitables momentos de desacuerdo, de dificultad, de tensión y, en definitiva, de conflicto. Pero en general vivimos el conflicto como algo muy negativo que nos hace sufrir cuando no tiene que ser así necesariamente.
El conflicto es natural en cualquier relación humana, y es fundamental que aprendamos a gestionarlo de manera adecuada, de tal manera que pueda ser un elemento que nos ayude a reforzarnos y a fortalecer las relaciones laborales.


Por otra parte, sabemos que las emociones y sentimientos nos acompañan en todas las relaciones interpersonales, modulando no sólo nuestro comportamiento en convivencia, sino también en conflicto. Las emociones invaden la convivencia, pero aumentan en intensidad en situaciones de desacuerdo o conflicto.
No es extraño que, cuando nos encontramos en una situación de conflicto, todas las emociones y sentimientos que se desencadenan con posterioridad, nos hagan incluso olvidar el motivo inicial de desacuerdo. Seguro que puedes recordar alguna situación en la que te has cuestionado de cómo era posible no recordar el motivo por el que surgió el enfado,.… Pero el enfado persistía, por sí mismo.

Existen distintas maneras de solucionar estos conflictos adecuadamente, una forma de afrontarlos es siguiendo una serie de pasos orientados a resolver el problema. En forma general estos pasos son:

  • Orientación al problema y definición del mismo.

  • Alternativas de solución.

  • Análisis de las alternativas de solución y toma de decisiones.

  • Puesta en práctica de la solución seleccionada

  • Evaluación.

También existen otros modelos a seguir para resolver los conflictos como es el R.A.C. (Resolución adecuada de Conflictos), que se fundamenta en la asertividad. Sus acciones se orientan a distinguir entre persona y conducta, a expresar sentimientos y sugerir una solución al conflicto.

“Recordemos que la asertividad es la capacidad de un individuo para trasmitir a otra persona sus posturas, opiniones, creencias o sentimientos de manera eficaz y sin sentirse incómodo.” (Cf. Caballo; 1993).

Este modelo de Resolución de Conflictos R.A.C. ofrece una serie de orientaciones para resolver los conflictos:
 

1.- Es indispensable distinguir la persona y el tema de la discordia: La fuente más recurrente de conflictos es la fuerte tendencia humana a confundir persona con conducta o tema de discordia. Por ejemplo: no estoy de acuerdo con un tipo de ideas políticas que tiene otra persona porque son contrarias a las mías; por lo que tiendo a discutir con él, en vez de concentrarme en el tema en desacuerdo. Esta corriente dificulta disociar la conducta (en discordia) con la persona (que representa la discordia) frecuentemente se convierte en la causa de conflictos y en el obstáculo para resolverlos.

2.- Los mensajes “Yo”: Estos mensajes suelen ser una herramienta útil para la estrategia de distinguir entre persona y tema. Cuando se está molesto con otra persona, es crucial poder expresarse, para poder empezar a resolver el problema. Es indispensable hacerlo sin ofender a la persona; es decir, atacar el problema y no a la persona. La clave es hablar de la conducta que nos ofende o nos molesta, no de su persona. Para esto podemos seguir el siguiente esquema:


·        Hablar desde sí mismo/a, diciendo cómo le hace sentir la otra persona:
                  “Yo me siento... (mal, triste, etc...)”

·        Decirle al otro/a qué de su conducta le molesta: (no insultar, ya que ello empujaría al otro a insultar de nuevo):
                  “...cuando usted (me grita, me insulta . . .)”

·        Decir las razones que provocan el disgusto:
“…porque…(me siento humillado, …con poco valor…etc.)”

·        Decir lo que se prefiere que se haga la próxima vez:
… y preferiría que…(no lo hagas más, que me lo digas a mí primero, etc…)”
 

3.- Escuchar, comprender, no buscar culpables: No siempre se tienen la razón, se puede uno equivocar. Es necesario en la resolución de conflictos, escuchar lo que dice el otro. El diálogo es indispensable para resolver la situación. No se trata de buscar culpables, sino una solución razonable al conflicto.
4.- Ser modelos, no discursos: Aprendemos más de la conducta que de discursos. Por eso, antes de cualquier clase o actividad sobre resolución no violenta de conflictos, no nos olvidemos de practicar nuestras enseñanzas.


Debemos aprender a utilizar este tipo de herramientas que nos ayuden a solucionar con mayor facilidad los conflictos entre compañeros para poder tener relaciones laborales más positivas donde todos los integrantes de la empresa se sientan reconocidos y valorados, esto nos hará sentirnos mejor en el trabajo y se incrementará nuestro rendimiento con en consiguiente aumento de productividad.

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